Publicado el 16-09-2025 en La Voz del Interior

“La IA en el aula puede usarse para cosas improductivas y también para lograr grandes aprendizajes”

El investigador y docente español Héctor Ruiz Marín dio una charla en la UCC sobre la tecnología en la educación y las claves para su debate.

Durante una charla con expertos sobre el uso de la tecnología en el aula, el investigador español Héctor Ruiz Martín expuso sobre la temática con base en la evidencia científica a directores, coordinadores, docentes, responsables de innovación y tecnología, y la comunidad educativa en general.

Organizado por Legamaster, Science Bits, Math Bits, Internacional Science Teaching Fundation y la Universidad Católica de Córdoba (UCC), el evento tuvo como principal ponencia la de este experto, titulada “Derribando mitos sobre la tecnología en el aula. ¿Qué nos dice la investigación?“.

El profesor en la Universidad Politécnica de Cataluña es también investigador de la Universidad Autónoma de Madrid y se especializó en el ámbito de la psicología cognitiva de la memoria y el aprendizaje.

En diálogo con La Voz, Ruiz Martín profundizó sobre algunos de los ejes de su charla, centrada en las claves para debatir sobre la tecnología en la educación, en los mitos que existe sobre la temática y los estudios científicos que los derriban.

–Hablaste de muchos mitos o creencias con relación a la educación en tu exposición. De todas, ¿cuál creés que hoy es la más arraigada?

–Uno de los mitos más populares es el de los estilos de aprendizaje. Las encuestas que hemos hecho en varios países del mundo arrojan que más del 90% de la comunidad educativa los cree ciertos. Este mito sostiene esa idea de que cada uno tiene una manera de aprender distinta, que es la que le va a dar mejores resultados. Parece cierta, pero es superintuitiva; y cuando la investigación la ha puesto a prueba, no hemos encontrado esas diferencias. Es esta concepción de que hay personas visuales, otras auditivas o de las inteligencias múltiples. Fue una idea que tuvo un investigador que no tenía ningún apoyo teórico real y cuando después de 25 años o más se publicó, se empezó a poner a prueba, y la comunidad científica no le dio ninguna validez.

–Decías que la tecnología en educación muchas veces se aplica como una solución, pero sin tener claro a cuáles problemas. Con la pandemia, tuvimos que incorporar estas herramientas forzosamente: ¿creés que eso provocó este problema?

–No, porque ya estaba ocurriendo de todas formas. Es verdad que en otros lugares quizá la pandemia empujó a utilizar tecnología de la noche a la mañana sin haber hecho una reflexión sobre cómo usarla, pero en España, en el 2009, comenzó un proceso de digitalización forzoso con la idea de que la tecnología estaba ahí, era buena y que innovar en educación es positivo. Pero no había planificación ni la formación adecuada no solo sobre cómo usar y cómo funcionaba la tecnología, sino que tampoco sobre cómo usarla didácticamente, con propósitos educativos. Durante la pandemia, estábamos obligados a usar tecnología en todo momento, incluso en situaciones en que no la usaríamos si estuviéramos en la escuela. La tecnología puede aportar beneficios si se usa de manera racional en aquellas circunstancias en que realmente puede aportar algo, y no para todo.

–Un problema que relacionaste como importante es que estamos usando la tecnología para las mismas cosas que ya se hacían sin necesidad de ella. ¿Qué otros problemas de esta magnitud creés que hay en el uso de la tecnología en el aula?

–Yo diría que ese es el principal, introducir tecnología sin un cambio metodológico. Eso lo podemos ver en la evolución más paulatina que ha tenido la tecnología en las aulas, desde la pizarra a las diapositivas, luego al proyector. Al final apenas ha cambiado nada y la tecnología lo único que ha hecho es hacer más prácticos algunos procesos y a otros los hizo peores. Otra cosa quizá son los problemas de infraestructura. En mi estadía aquí pude saber que en Argentina, hacia el año 2010, se enviaron laptops a las escuelas, pero que no había ni siquiera electricidad en muchas de ellas. Introducir tecnología sin una planificación de infraestructura se vuelve inútil.

–Y entonces, ¿cómo debería aplicarse la tecnología de forma efectiva para mejorar los procesos de aprendizaje y enseñanza?

–Podemos buscar recursos que se apoyen en el poder del multimedia y lo audiovisual. También se deberían incorporar aplicaciones que sean interactivas, que permitan aprender a través de la manipulación del objeto de estudio y de la experimentación en circunstancias que quizá no serían posibles sin tecnología. Experimentos que quizá en la escuela o en el laboratorio son imposibles o muy caros se pueden hacer con simuladores. También usarlas para personalizar el aprendizaje. Las aplicaciones de este tipo posibilitan el feedback sobre el desempeño de los alumnos y además les orientan, les guían, comprenden el nivel alcanzado y les ayudan a mejorar. Por supuesto, también debería incorporarse la tecnología para hacer proyectos, aplicar lo aprendido y hacerlo más significativo.

–¿Qué herramienta tecnológica que hoy no se está usando creés que habría que implementar en el corto plazo en las aulas?

–Para los más pequeños, hay determinados usos que pueden ser muy importantes. Hay aplicaciones, por ejemplo, que sirven y ayudan a identificar riesgos de dificultades lectoras de manera personalizada. Así se pude detectar un posible caso que deberíamos atender. Esto es muy importante para garantizar la alfabetización de todos los niños y las niñas. Si no podemos diagnosticar estos casos, estos chicos se van quedando atrás y llega un momento en que los pierdes, que ya no estás a tiempo de reincorporarlos en el nivel de aprendizaje.

–Hoy se habla mucho sobre los peligros de que herramientas como Chat GPT nos “vuelvan más tontos” o “vagos” para el aprendizaje. ¿Realmente corremos ese riesgo?

–En los tiempos de Platón, ya se hablaba de que la escritura haría que las personas dejen de usar la memoria y que todos nos convertiríamos en tontos. Creo que estos pánicos morales se han repetido una y otra vez en la historia. Es verdad que, desde el punto de vista del aprendizaje, la IA puede usarse de maneras muy improductivas, porque uno acaba usándolo para entregar un producto, para el resultado, cuando lo importante es que lo hagas tú para aprender. Pero al mismo tiempo, la IA tiene también grandes opciones de aprendizaje para el que quiera aprender. Creo que ese pánico moral de que vamos a sucumbir cognitivamente porque la IA lo va a hacer todo no se convertirá en realidad. Al final, tecnologías como la escritura, la imprenta y el internet han hecho todo lo contrario, nos han permitido ir más allá y que cada vez consumamos más información. Pero sobre todo hicieron que nos impliquemos en procesos cognitivos más elaborados, en aquellos en los cuales queremos implicarnos para dejar de lado los que no. Porque, al final, cuando tú usas la IA, lo haces para que haga cosas a las que no les ves el valor, pero eso no significa que vayas a dejar de hacer aquellas cosas que sí valoras.

Medio Publicado: La Voz del Interior

Temática: UCC

Autor/Redactor: Analía Martoglio

Fecha de Publicación: 16-09-2025