Publicado el 25-08-2025 en UCC

Historias que entretejen puentes y esperanza

En el Día de la Solidaridad, y al cumplirse 25 años del inicio de nuestro voluntariado universitario, estudiantes comparten sus vivencias de estas experiencias transformadoras.

“Lazos invisibles que unen generaciones”, “estar presente y compartir”, “no mirar para otro lado”, “trazar puentes y crear redes”, “escuchar, aprender, jugar”.

Frases que resumen el alma de un trabajo colectivo que, desde hace un cuarto de siglo, se sostiene en comunidades de Córdoba y de todo el país.

"Nuestra mayor fortaleza es ser un equipo multidisciplinario", destaca Agustín, del grupo Nuestro Hogar III.

"Sembramos esperanza y cosechamos sonrisas", resume Sol, del equipo Camino San Carlos.

Lo que más se repite entre quienes participan es el valor del encuentro: esa sensación de volver a casa con el corazón más lleno de lo que se fue.

Encuentros que dejan huella

Emiliano estudia Psicología y forma parte del grupo La Justa, que cada sábado organiza actividades recreativas y de estimulación cognitiva para personas mayores.

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“Ser voluntario es una forma de gratitud por tener la oportunidad de estudiar. Me llevo más de lo que doy, con la certeza de que un pequeño gesto puede encender una chispa eterna en el corazón de otra persona.”

Para él, lo más valioso es “aprender de la sabiduría de sus miradas y la resiliencia en sus historias”.

Estar y compartir

Lourdes integra el grupo Monte del Rosario, en una zona rural donde se comparten meriendas, juegos, talleres y charlas con los vecinos del pueblo.

“Acompañar, generar algo distinto juntos, conocer otras realidades y hacer amistades. Es un espacio que valoro muchísimo y al que siempre me da gusto volver.”

Redes que contienen, enseñan y celebran

Desde el grupo Puentes, Luz —estudiante de Abogacía— trabaja cada semana con infancias del barrio Villa Martínez.

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“Ayudamos con tareas, organizamos juegos, merendamos, celebramos cumpleaños y festividades. Pero, sobre todo, estamos presentes.”

“El voluntariado es trazar puentes a través del diálogo, el compromiso y el trabajo en equipo, para construir realidades más justas.”

Enseñar con el corazón

Agustín, de Nuestro Hogar III, valora la diversidad del equipo: estudiantes de diferentes carreras que se complementan para ayudar a niños con sus tareas escolares.

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“Cada cerebro es un mundo distinto y maravilloso. Nuestro deber es darles herramientas para que exploten todo su potencial.”

El día arranca con un desayuno compartido, pero el momento más poderoso surge mientras enseñan, descubriendo cómo llegar a cada niño desde lo que necesita: un dibujo, una botella con agua (para explicar lo que significa el volumen) o simplemente un poco más de paciencia.

Compromiso

Para Sol, estudiante de Ingeniería Electrónica, ser parte del grupo Camino San Carlos le enseñó el valor de la presencia.

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“Es un compromiso que enriquece y no demanda tanto tiempo, pero deja una huella enorme. Por eso decimos que sembramos esperanza y cosechamos sonrisas.”

“Una palabra que los motive a crecer y, sobre todo, a soñar, sintetiza Camila del grupo Villa Rivadavia Anexo. Sobre los niños/as, relata que sus sonrisas, sus anécdotas, sus abrazos, y sus progresos, hacen que todo el tiempo invertido valga la pena.

Caminos que se cruzan

Sofía, o “China” como todos la conocen, es Contadora Pública y participa en el grupo La Candelaria, que recorre zonas rurales y de montaña para visitar familias.

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“Viajamos, compartimos pan casero, mates dulces y hasta algún asado. Llevamos el Evangelio y escuchamos historias de vida que nos dejan huellas profundas.”

Durante sus visitas, se aprende de animales de granja, del silencio de la montaña, y sobre todo, del poder del encuentro simple y sincero.

“Después de tantos años, sigo agradeciendo poder vivir esto. Esas familias ya son parte de la mía”.

Una certeza que se repite

Quienes hacen voluntariado coinciden en algo esencial: uno se vuelve con más de lo que fue a dar. Y, al hacerlo juntos, ese gesto individual se multiplica, se vuelve red, se transforma en comunidad.

Porque, a veces, lo más poderoso no está en los grandes actos, sino en los pequeños gestos que pueden encender una chispa eterna.

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