Publicado el 16-09-2025 en UCC
“Sí, la filosofía te transforma”
El portal Infobae publicó una nota que preguntó si estudiar filosofía ayuda a pensar mejor. El decano de nuestra Facultad de Filosofía y Humanidades la respondió con argumentos.
Citando un estudio que involucró a más de 600.000 estudiantes universitarios de Estados Unidos, del que resultó que quienes estudian filosofía desarrollan, entre otras aptitudes, un pensamiento crítico mucho más afilado, el portal Infobae publicó una nota titulada “Estudiar filosofía, ¿hace que las personas piensen mejor?”.
Daniel López S.J., decano de nuestra Facultad de Filosofía y Humanidades, respondió la pregunta del título con determinación: “Sí, la filosofía te transforma”.
Para el decano, que es sacerdote jesuita y doctor en Filosofía, la diferencia que marca el estudio filosófico no sólo se ve en la perspectiva crítica y reflexiva que puede acrecentar en las personas, sino, también, en la curiosidad y en la apertura mental que son cualidades que se ponen en juego de manera permanente en el filosofar.
Compartimos, a continuación, el diálogo que mantuvimos con Daniel López S.J.:
-¿En qué sentido dice usted que la filosofía “transforma” a las personas?
-La nota de Infobae es interesante porque habla de ciertas habilidades que favorecen el pensamiento. A veces tenemos imágenes un poco borrosas de lo que es la filosofía o el imaginario de que pensar filosóficamente es un poco “andar por las nubes”. Contra eso, la nota destaca algunas habilidades que tocan algo esencial de lo que hacemos. Por ejemplo, habla del pensar bien, del razonamiento, la exposición, la argumentación. Y, ciertamente, estas son habilidades que uno va adquiriendo porque la filosofía, desde sus inicios en Grecia y en todo su desarrollo, es, en gran parte, razonar en diálogo. Y cuando uno dialoga tiene que aprender a exponer sus ideas, tiene que aprender expresarlas con cierta claridad para que el otro entienda; pero, además, también tiene que argumentar, dar razones, fundamentar. Y es en ese cruce de palabras donde el pensamiento no solamente se expone, sino que, además, también va surgiendo, va creciendo, y también la comprensión y las preguntas van aumentando. Así que esa es una habilidad muy necesaria que la filosofía ayuda a desarrollar.
-¿Ha visto en sus estudiantes esa evolución “en el pensar mejor”?
-Todos los que han pasado por una facultad de Filosofía saben, en primer lugar, que los que llegan a esa facultad llegan con distintos trayectos: jóvenes, muy jóvenes, que desde temprano están interesados o curiosos con la pregunta por el mundo, por las cosas, por el ser; pero también hay personas que han hecho otros trayectos en otras ciencias, en otras disciplinas, y que, finalmente, en la madurez, podemos decir, quieren darse la oportunidad para preguntarse en profundidad por estas cosas. El punto de partida es diverso. Pero lo que uno puede ver, y lo digo, por supuesto, como fruto de la experiencia personal y también de acompañar trayectos, es que la filosofía te transforma. Te transforma, en primer lugar, por esas habilidades, especialmente la del diálogo, la de exponerse, la de exponer el pensamiento, en fin, tratar de entender al otro lo que está pensando. Además, como en la filosofía siempre está el interrogante, las preguntas, la mente permanece abierta, incluso a nuevas preguntas atentas a una realidad que te sorprende. Y la filosofía ayuda a permanecer en esa pregunta, porque a veces es más fácil renunciar a la pregunta. Permanecer en la pregunta implica una actitud que hace posible encontrar nuevas respuestas.
-¿Cuáles son esas preguntas “permanentes”?
-Nos preguntamos por todo lo que es trayecto vital o existencial, preguntas que nos atraviesan. En el trayecto se van encontrando algunas respuestas, y van surgiendo otras preguntas que van transformando a la persona. Un pensador solía decir que el filósofo se encarga de recordarnos las preguntas olvidadas, o las preguntas que olvidamos, especialmente las fundamentales. En este tiempo, el desarrollo de la ciencia, de las tecnologías, nos deslumbran un poco y nos hacen olvidar algunas preguntas. Y lo que vemos en la historia contemporánea es que esas preguntas olvidadas, a veces surgen de manera intempestiva. Por ejemplo, la pregunta por el cuidado de la casa común, de la tierra, la pregunta por la vida, por el sentido. Y en ámbitos científicos, incluso económicos o políticos, donde se toman decisiones, un consultor filosófico justamente plantea esas preguntas, o que olvidamos o que no queremos preguntar. Y eso es muy bueno.
-¿Esto amplía, en la actualidad, el ámbito en el que puede desempeñarse un egresado de filosofía?
-En la práctica, además de la docencia y el rol de la investigación, también hay consultorías que buscan personas que tengan este sentido humanístico, filosófico, para integrar, por ejemplo, los comités de ética, de relaciones humanas, en una dimensión nueva en la que la filosofía también tiene su lugar.
-A propósito de estas preguntas fundamentales que se hace la humanidad, o los desafíos que afrontamos, en las últimas semanas se conoció la expresión de un científico, un informático, premio Nobel, Geoffrey Hinton, exejecutivo de la empresa Google, quien advirtió que existe entre un 10% y un 20% de probabilidades de que la inteligencia artificial acabe con los seres humanos. ¿Qué reflexión le genera esta posibilidad?
-Se trata de observaciones, de probabilidades que siempre están en discusión. Filosóficamente, lo primero que tendríamos que hacer con esos datos es preguntarnos, además del origen, acerca de las conclusiones a las que llega, porque uno puede tener una serie de datos, pero después hay que interpretar esos datos, interpretar esas probabilidades como una especie de amenaza a la humanidad. Siempre que los desarrollos tecnológicos o científicos nos ponen ante algo nuevo, algo que aparentemente era desconocido, siempre despiertan en nosotros el miedo ante la amenaza, pero también pueden despertar, y eso sería bueno, el sentido de oportunidad. Yo iría en ese sentido, pensar que ahora están todos estos recursos como una oportunidad para ser más humanos. La filosofía nos lleva a eso. Kant, por ejemplo, un filósofo moderno, algunos recordarán su nombre, decía que la razón humana se ve agobiada por un destino singular, se ve agobiada por preguntas que no puede responder, pero que, sin embargo, no puede evitar. Y ahí está tocando justamente lo central de la razón humana, que es ir hacia esas preguntas para las cuales, quizás, no tengamos respuesta, pero que no podemos evitar. Entonces, con lo que tenemos deberíamos reflexionar acerca de qué entendemos por “inteligencia” o “razón”, por “artificial”, por “humano”, por “inteligencia”, este concepto que estamos usando con tanta rapidez.